Esta es la tercera entrega, de cinco artículos, que realiza la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Pontifica Bolivariana, Bucaramanga-Colombia.
Alumnas que han tenido a la profesora Melba Quijano como la docente que ha impulsado este trabajo de colaboración en Colombia: los estudiantes como investigadores de las diferentes expresiones de la economía solidaria en Bucaramanga.
Por: Paula Andrea Serrano Gélvez, estudiante de 4to año de Comunicación Social.
En este artículo, Paula nos describe la importancia de saber adaptar y vincular la producción artesanal, con la seguridad alimentaria y el turismo ecológico dentro de una población abierta al mundo. Esto ha sido posible por un compromiso con los valores de una economía, donde prima la importancia de generar trabajo de generación en generación, reviviendo la tradición del cultivo de la caña de azúcar y dándole un valor añadido con la producción artesanal de la panela.
¿Qué relación tiene el cultivo de la caña de azúcar con la economía solidaria/social?
La caña de azúcar (Saccharum officinarum L) “es una gramínea tropical, un pasto gigante emparentado con el sorgo y el maíz en cuyo tallo se forma y acumula un jugo rico en sacarosa, compuesto que al ser extraído y cristalizado en el ingenio forma el azúcar. La sacarosa es sintetizada por la caña gracias a la energía tomada del sol durante la fotosíntesis”[1]. Aunque no sea una planta de origen colombiano (proviene del sureste asiático) esta ha sido una de las fuentes económicas más importantes para este territorio durante muchos años.
Desde el 28 de noviembre de 1939 COOPANELAS ha servido a sus asociados, la mayoría de ellos hacendados y campesinos, a vender sus productos a un precio justo, además de ofrecer asesorías, acompañamiento en sus cultivos y algunas veces hasta créditos para que su actividad económica prospere. A través de estos años la cooperativa no solo ha brindado apoyo en los aspectos ya mencionados, también ha sido educadora en temas como el cooperativismo, ha infundido sus valores entre sus asociados, valores como la fraternidad, el compañerismos y sobre todo el respeto a toda reglamentación. Según Luis Enrique Figueroa, COOPANELAS “Nació como todas las cosas buenas, de un afán y de una angustia”. La carga de panela se cotizaba a muy pocos pesos, precio irrisorio que obligó a los preocupados campesinos a buscar la unión, la fraternidad, la solidaridad, credo del cooperativismo, para salir del atolladero. Así ha perdurado durante tantos años. Reunió voluntades ariscas, acercó temperamentos individualistas como es la idiosincrasia del campesino, logró por así decirlo, el milagro de hacerse intérprete del hacendado, del cosechero, del trabajador rural que junto al humo del trapiche, vive soñando futuros de redención”[3].
A pesar de contar con tantos años de funcionamiento el panorama no se vislumbra muy alentador, ya que la mayoría de los terrenos de cultivo han sido urbanizados, por ende la producción se ha reducido considerablemente. Por estas y otras razones es que la cooperativa ha considerado buscar otros campos de acción como el turismo, en el cual los interesados puedan ser testigos de la experiencia de la transformación de la caña, además de tener una noche de tranquilidad en una de sus haciendas paneleras. Todo esto con el fin de preservar su labor y presentarse quizás ante el mundo como un patrimonio histórico de la región, en el que se reúne el trabajo de muchas generaciones en torno a la caña de azúcar.
[1] PERAFÁN, Felipe. La caña de azúcar [en línea] < http://www.perafan.com/azucar/ea02cana.html> [citado el 11 de noviembre de 2013]
[2] PAVA CAPACHO, Germán. PIEDECUESTA PROYECCIÓN Y POTENCIAL TURÍSTICO [en línea]. <http://coopanelas.com/wp-content/uploads/2013/05/proyeccion_turistica1.pdf> [citado el 27 de octubre de 2013]